Pese a ser una de las bodegas mas longevas del país a la sanjuanina Graffigna le toca hacer una suerte de reentré en el mercado interno. Habiendo cruzado la marca de los 150 años (fue la primera bodega de San Juan y la tercera de Argentina) y con un innegable protagonismo desde siempre en las mesas locales, debido a los vaivenes de su cambio de titularidad se siguieron exportando sus vinos mientras que a nivel nacional se empezaba a extrañar la rotunda G de sus etiquetas icónicas.
Prestos a volver a por sus fueros, los nuevos responsables de Graffigna van a lo básico, con sólo cinco etiquetas bajo las líneas Genuine y Glorious Selection. Hay algo de ligeramente errático en la política de nombrarlas directamente en un inglés que se estira incluso hasta las mismas etiquetas o que una bodega eminentemente sanjuanina recurra exclusivamente a uvas propias, sí, pero de la vecina Mendoza. Sin ánimos de ningún chauvinismo ni de un aferrarse por demás a la localía no deja de ser una nota curiosa dentro de la nueva estrategia de la marca.
«Una bodega sanjuanina que se nutre de Mendoza» sentencia Fernando Mengoni, responsable de la enología de Graffigna y parece que con eso se zanjaría la cuestión. «Lo que hemos tenido en cuenta es enfocarnos en la nobleza de nuestros recursos- continúa- y en el compromiso de ofrecer productos con una clara identidad varietal. Para eso hemos recurrido a tres cepas super clásicas para el entry level de la línea Genuine: Malbec, Cabernet Sauvignon y Chardonnay. El resto del portfolio cierra con dos tintos más elaborados que denominamos Gloriuos Selection.» Ya desde la botella se nota la ambición de esta línea que suma algo de crianza pero sin correrse de valores muy competitivos.
De hecho se hizo especial hincapié en ellos a la hora de enfocar la cata. «Recurrimos al Malbec porque es una cepa inseparable de nuestra viticultura– continúa el enológo- pero también seguimos con el Cabernet Sauvignon que posee una tradición propia entre los vinos cuyanos.»
En ambos casos se trata de vinos que han sido diseñados para dar cuenta de un balance entre frescura y fruta y para ello se ha recurrido a tres tiempos distintos de cosecha para cada variedad. Ha habido una primera crianza del 30% en vasijas de concreto para luego pasar el resto por tonelería de distinto uso. Mengoni comenta que no espera que se comuniquen con mucha especificidad estos detalles y que prefiere que se entienda que los ajustes de la crianza apuntan a alcanzar el gran denominador común de Graffigna en esta nueva etapa: el equilibrio. Por eso mismo tampoco buscan un protagonismo del alcohol aunque, curiosamente, siendo que el Malbec tiene algunos grados menos que su compañero de línea en él se siente mucho más presente ese rasgo.