Mucho se ha hablado de la singularidad de la experiencia cuando uno prueba un vino. Que si la compañía, el momento o el lugar pueden hacer que una misma etiqueta sepa distinto. Y creo que, al menos por el lado empírico muchos de nosotros hemos visto como un ejemplar que nos pareció genial en una fiesta luego siguió enaltecido por el recuerdo. O viceversa. Todas estas disquisiciones parecen oportunas luego de la experiencia transmodal auspiciada por Amalaya dentro de los festejos del Malbec World Day.
La cita fue en Vico (versión Villa Crespo) y tuvo por invitados a dos performers de MUNTREF que propusieron aunar diferentes músicas y sonidos a la la degustación de diversos vinos de la bodega. Para cualquiera familiarizado con el concepto de las neurociencias no resultara novedosa esta búsqueda de ampliar o modificar de algún modo la experiencia en un sentido con incidencias de otro. En este caso lo que siente nuestro gusto cuando al mismo tiempo se expone al catador a estímulos sonoros.
Si bien la idea era por demás interesante desgraciadamente la realización terminó viéndose acotada por las disponibilidades prácticas del lugar. Pero sirvió para plantear un marco teórico pleno de implicancias. El punto fue que los investigadores Bruno Mesz y Sebastián Tedesco presentaron «Más allá de la Intimidad» un evento que explora el correlato entre experiencias sonoras y gustativas. Esto tuvo dos frentes. Por un lado se reseñó la experiencia de diversos sujetos instados a probar vino mientras escuchaban sonidos o piezas musicales. De allí se desprende que parece haber una estrecha relación entre ciertas notas y la exacerbación de gustos, como lo agudo y lo ácido. Por otra parte se invitó a probar vinos de Amalaya en copas transmodales. Estas copas poseen sensores y un artefacto en su base que produce sonidos en respuesta a tres posiciones típicas: el empinar la copa, airear su contenido y beberlo.
Decíamos que fue más un enunciado que una experiencia cabal puesto que no habían muchas condiciones de intimidad como para que los catadores tuviéramos oportunidad de apreciar las sutiles vibraciones producidas por el posicionamiento de las copas. Sin embargo se pudo sembrar la idea para profundizar la experiencia en alguna otra ocasión en el futuro cercano.
Por su parte Jorge Noguera, enólogo de Amalaya, comentó las ultimas novedades del Grupo Colomé y presentó los dos Blends que serían las estrellas de la noche acompañando a un ojo de bife con chimichurri salido de los fuegos del chef Julian del Pino. Se trató de un Amalaya Gran Corte 2017, con sus elegantes notas de mentol, merced a la presencia del Cabernet Franc y el renombrado Corte Único, un assemblage de Malbec, Cabernet Sauvignon y Tannat que se llevó todos los elogios.