Si por algo se ha distinguido a San Juan es la por generosidad de su producción vitícola. Más allá de la polémica sobre la paternidad del slogan «la tierra del sol y del buen vino» bien poco podría discutirse con esta provincia a la hora de arrogarse una insolación encomiable. Dicha parte de la ecuación ha sido preponderante a la hora de conseguir grandes rindes toda vez que deja un espacio que algún detractor podría asociar a lo difícil que es producir calidad y cantidad a un mismo tiempo. Para entender mejor los vericuetos de San Juan en el aquí y el ahora podría muy bien usarse el ejemplo de Casa Montes.
Merced a la invitación de su ambassador Vicente Marcovecchio pudimos hacer una cata sumamente descontracturada en La Cava del Querandí con la posibilidad de ir y volver sobre los distintos vinos. «Casa Montes es una empresa familiar fundada por Don Francisco Montes en 1992. Es un viñedo con 160 hectáreas en el Valle de Tulum, a unos 700 msnm. Seguimos una filosofía basada en centrarnos en el mercado interno y una atención especial a los requerimientos de nuestros consumidores.»- afirma Marcovecchio. Y esto queda muy claro en las líneas que posee la bodega y, especialmente, en su relación precio-calidad. Casa Montes no reniega de la prodigalidad de la tierra sanjuanina y por eso diversifica su cartera con etiquetas puestas a atraer por una varietalidad neta y sin vueltas. En momentos en que varias de sus colegas también tratan de reivindicar las posibilidades de los valles más sofisticados el grueso de su producción va por el consumidor joven con vinos sencillos pero muy bien resueltos.
Sin embargo esto no es óbice para que también posean ejemplares más complejos, como lo demuestran algunas de las etiquetas que ilustran esta nota.
Dentro de este rango arranca Alzamora, una pareja de varietales reserva con nueve meses de paso por madera. Aquí se aúnan barricas de roble francés y americano para un 40% del vino mientras que la totalidad se fermenta con chips también de ambos orígenes. En el caso del Cabernet Sauvignon se nota una tipicidad en algunos descriptores como los pimientos con rasgos que se condicen claramente con la exposición solar de los valles de Tulum y Zonda, o sea un redondeo como de ahumado dulzón de las piracinas.
Otra línea a tener en cuenta es la Don Baltazar, también con paso por barrica. En el caso del Malbec 2015 se destaca un color intenso, casi violeta. Es un vino con buen largo de boca, con los frutos rojos típicos del varietal y cierto núcleo carnoso, con taninos amables que lo vuelven una gran opción para carnes a la parrilla. También hay que destacar el Petit Verdot, una rareza no sólo en la provincia. Esta cepa, originaria de Burdeos, se manifiesta con notas refrescantes de mentol y eucalipto que podrían hacer pensar en emparejarlo con pastas con alguna salsa ligera.
Y finalmente el ícono que, acorde a la filosofía de la bodega, se presenta sumamente amigable en su precio. Si bien está claro que el corpus principal de la propuesta de Casa Montes adhiere a los vinos más del día a día, aquí podemos ver una intención constructiva más ambiciosa, que hace pensar en un terroir con un origen muy diferente de sus vecinos. Contra el tipo de descarga de elementos aluvionales que pueden verse en otras zonas similares, el Valle de Pedernal sorprende por una conformación de tipo glaciar, donde el peso de las antiguas masas de hielo más que moler, pulverizaron los sedimentos calcáreos. Además la viña se beneficia de una represa con pura agua de deshielo. El Casa Montes Special Blend es el fruto de la unión de cinco varietales: Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot y Syrah. Por supuesto el assemblage da por resultado una paleta compleja, sedosa y por sobre todo de una gran elegancia. Contribuyen indefectiblemente a esta alquimia maravillosa los doce meses que pasó en barrica. Este blend es el más alcohólico del grupo, con unos 14.2 grados que hacen que sus winemakers sugieran una temperatura de servicio ligeramente más fresca de 16 grados.