Si miramos detenidamente la etiqueta de la línea Vórtice de Estancia Las Cañitas salta a la vista el protagonismo de una escena de coníferas hundidas en la bruma. Eso y la ubicación tierra adentro de las serranías cordobesas podría ser un llamado de atención para el amante del vino menos avisado cuando se la sindica como una zona de producción de Pinots de escala superior.
Pero esto no parecerá tan sorprendente para aquellos seguidores de estas páginas desde donde hemos desgranado las andanzas entre vides del enólogo mediterráneo Gaby Campana. Justamente aprovechamos que bajó a la ciudad dentro de las mini exposiciones de la Feria Anual de Selectos para ofrecer una vertical de tres añadas de su Vórtice Pinot Noir de Sierras.
La producción cordobesa en general y la de esta bodega en particular ha tenido muy buenos resultados con reconocimientos acordes en el casillero de los blancos (Tim Atkin entronizo su Vórtice Sauvignon Blanc 2021 como el mejor exponente de la cepa en la Argentina) y con las temperaturas, alturas y estrecheces de suelo de la serranía podría pensársela no tan afín para las tintas. Claro que, precisamente, el Pinot es la cepa más transicional si pensamos en apostar a una etiqueta de calidad.

«Estas uvas provienen del cuartel El Prado, plantado en 2013 – arranca Campana – y hay que recordar que la zona del Valle de Calamuchita no había sido sembrada hasta que Juan Jose Navarro Torres, un hermoso muñeco que me sigue en todas mis huevadas, tuvo la visión de arrancar con este proyecto desde cero en 2004. Son 8 hectáreas plantadas de las cuales poco más de la mitad están con producción plena. Para ubicarnos, hablamos de un valle bañado por la bruma que atrapan pinares y zarzamoras con una cota de 1280 msnm y una densidad de 7000 plantas por hectárea (aunque en el cuartel del Pinot está más en el rango de las 6000) y con precipitaciones de entre 800 y 1000 milímetros por año. El suelo es poco profundo y con mucha presencia de cuarzo, mica y esquisto lo que, además de perfil mineral y buen escurrimiento, le da una impronta energética que quizás avala más la experiencia que la ciencia.«
De estos Pinots de Sierra pudimos de movida volver sobre sus versiones 2021, 2023 y 2025. Hubo ventaja con la primera puesto que ya la habíamos podido probar hace unos años. Hay una buena evolución y, como con sus hermanos de ruta, evidencian más las características intrínsecas del clima de su cosecha que un perfil común. A continuación pasamos a la 2023. Aquí se notan más notas de calcáreo. Fue creada con un 70 % de producción propia más el resto de uvas de una finca vecina. Sólo el 30% fue pasado por barricas de roble con bastante uso, lo que deja en claro que lo que se busca es redondear y dar preponderancia a la fruta. Finalmente allí parece abrevar la ultima añada con notas de granada y un perfil que recuerda a la ultra popular Isabela, de quien el propio Campana ofreció una versión rosé, aunque por fuera de esta escudería.