La última edición del Encuentro Anual de Selectos de Baco, donde la gente de la distribuidora da a probar sus productos y genera contacto directo con sus creadores, nos trajo una interesantísima Master Class de Sangiovese con uno de sus cultores más conspicuos, el enólogo Gonzalo Mazzotta.
En esta ocasión se armó una convocatoria íntima donde se pudieron probar dos ejemplos de su autoría del varietal en cuestión: el ultrapremium Inferno junto a la etiqueta que le dedica a la cepa para 2456, la bodega creada por cuatro ex Pumas.
«Últimamente he tenido la oportunidad de alternar en contra estación trabajando entre Mendoza y La Toscana y abocarme a una cepa que me deslumbró. La Sangiovese fue una gran protagonista de las épocas de mayor consumo en nuestro país, donde se la utilizaba como parte de tintos genéricos. Sin embargo, como otras de las tantas variedades que trajeron los inmigrantes, se vuelven muy relevantes cuando uno puede hacer el viaje de vuelta y encontrarse con las versiones netas más famosas. En este caso con el Brunello. Este acceso, junto a la tendencia a la recuperación de varietales quizás no tan populares pero que aún así han tenido buenas versiones aquí, me permitió ir haciendo mi propia experiencia. Incluso algo que me hizo pensar en un camino posible fue que, en una cata a ciegas en Italia con 11 muestras, el segundo Sangiovese destacado fue el mio, el único que no era Brunello.
Una de las principales características es la necesidad de un buen tiempo de paso por barrica, para ordenar taninos, se podría decir, pero sin intenciones de que haya un aporte específico de madera. Eso me trajo algunos problemas a la hora de acceder a barricas casi sin tostar puesto que las regulaciones nuestras obligan a un grado mínimo que no me parecía óptimo para lo que quería conseguir.»
Por suerte Mazzotta pudo ir construyendo dentro de las condiciones reinantes y aquí podemos probar dos versiones de extremos diferentes pero a su vez bien representativas de la cepa. El Inferno 2018 procede de El Martillo, Medrano en Junín. Tiene un paso completo por barrica de 36 meses y un alcohol bastante presente. Aquí vemos un perfil sofisticado pero ágil. Hay mucha nota evolutiva tipo cacao y tabaco, fruta negra crujiente y bien intenso de color.
El 2456 Sangiovese 2022, por su parte presenta perfil varietal en una versión más fresca. Aquí también hubo paso por madera (entre 10 y 12 meses) con algo más de fruta al frente. Entrambas un ejemplo de lo que puede brindar esta tinta a redescubrir.