Empezar a jugársela por el blanco parece un desafío al que cada vez se le atreven más bodegas. Y para muestra basta un botón. Rubén Patritti junto a su winemaker Nicolás Navío presentaron en sociedad al Blend de Chardonnay para su línea top: Primogénito Sangre Azul.
La decisión de sumar este blend a lo más granado de Patritti, que hasta el momento (aunque se avizoran nuevas incorporaciones) sólo contaba con un destacadísimo Merlot como su nave insignia, habla a las claras de la importancia y el grado de convencimiento de los responsables de esta jugada.
Rubén Patritti asegura que esta nueva propuesta «fue pensada para acompañar la buena mesa, buscando un vino elegante, pero fresco y muy bebible que pueda también brindar una experiencia sofisticada.»
Ciertamente es un producto distinto, especialmente si se lo compara con el Chardonnay neto con el que ya contaba la bodega. Además se trata de una edición limitada de apenas 3000 botellas. «Ya llevamos una década produciendo vinos– continua Patritti- y hemos podido comenzar a ubicar las mejores plantas. Este blend es el resultado de sólo algunas hileras de entre las 130 hectáreas de las que disponemos.»
Pero las características de este assamblage no se terminan en la selección de plantas sino que además las uvas se han sometido a distintas formas de fermentación. E incluso distintos momentos de cosecha.
«La idea fue tratar de demostrar la plasticidad de la cepa, que entendemos es uno de los mejores blancos que se dan en la Patagonia. Específicamente la cuenca de San Patricio del Chañar, con sus bajas temperaturas, se nos presenta soñada para la producción de esta variedad.- sostiene Nicolás Navío, enólogo de la bodega. «Para ello decidimos armar un blend con un 50% de fermentación en barrica, algo que le aporte las notas típicas de untuosidad merced al contacto con la madera pero sin que tenga tanto protagonismo para lo cual decidimos darle unos diez meses, pero en toneles de segundo y tercer uso. Básicamente ese iba a ser el corazón de este Sangre Azul. Como no queríamos terminar en el clásico Chardonnay con tanta manteca usamos los dos cuartos restantes con diferentes fermentaciones y directamente en tanques de acero. Una de las partes tuvo una maceración con hollejos lo que sumó notas herbáceas pero que debimos limitar lo más posible para que el contacto con las pepitas no acabara dándole un toque amargo. También hay que tener en cuenta que el suelo donde se cosechó es arenoso con alguna presencia calcárea y entendemos que eso también ha redundado en la característica tan ligera del resultado final.«
Habiéndolo probado, parece que consiguieron su cometido. Este assamblage si por algo se destaca es por su elegancia, con una acidez muy fresca y bien balanceada que permiten ciertas notas de manteca y frutos secos, pero con mucha presencia floral. Se siente la fruta blanca y un toque herbáceo que se percibe sutilmente sobre un graso que le brinda un largo de boca bien pronunciado para tratarse de un vino con una acidez tan vibrante como presente.