Quizás este mismo título, entre zumbón y propicio, nos de una idea de la cercanía que la quesera Santa Rosa viene teniendo entre los argentinos en nada menos que los últimos cien años. Ese pivotar entre la cotidianeidad de sus productos en nuestra mesa y el ponerse tan serios como orgullosos cuando una empresa alcanza los primeros tres dígitos en su cumpleaños.
Nacida el 30 de agosto de 1919 en Santa Fe, la quesería de los Bemberg fue dirigida por la familia por poco más de siete décadas para pasar, en 1990, a manos de otra familia, los Bongrain. Nada casualmente sus miembros pertenecen a una verdadera dinastía, esta vez en Francia, de la industria del queso con su Grupo Savencia Fromage & Dairy, con reconocidísimas marcas como Ile de France.
Para festejar este primer centenario, la gente de Santa Rosa decidió armar un evento por todo lo alto en el Tattersall de Palermo convocando tanto a antiguos empleados como amigos de la marca, protagonistas de la gastronomía y prensa especializada.
Mientras que en Francia existe una larga tradición para el consumo del queso, en la Argentina quizás este esté más acotado a la picada o los usos en la cocina. Sin embargo eso no fue impedimento para que Santa Rosa siga intentando abrir el juego a otras situaciones de consumo mediante las iniciativas de su Escuela del Queso Savencia Fromage & Dairy. De sus ideas hemos visto alianzas con otras marcas señeras, como la espirituosa The Macallan y ahora pudimos apreciar surtidos ejemplos en su fiesta por el centenario.
Ya de entrada podían disfrutarse los tragos de Tres Monos Bar. Sebastián Atienza creó un reversionado del Spritz con una vuelta de tuerca (y un poco de espíritu de reconstrucción histórica) para casarlo con el celebrado Atuel de Santa Rosa. Aquí se vuelve un poco a los orígenes al recurrir al vino blanco de la receta italiana decimonónica en vez del espumante con el que se lo arma casi con exclusividad hoy día aportando las burbujas con espuma de cerveza y cerrando con un garnish de pepino.
Decíamos que allende los mares existen mayores tradiciones a la hora de emparejar el queso por ejemplo con los postres. Para el caso la gente Purocacao aportó su expertise y se jugó con bombones con ganache de provolone o pequeñas láminas de la reconocida provoleta de Santa Rosa con un baño parcial de chocolate amargo y hasta una creación de queso azul con chocolate blanco. Por su parte la heladería Alchemy también presentó sabores exclusivos para la entente. Pero quienes se llevaron todas las miradas fueron los dueños de casa a través de su Escuela, presentando desde macarons con queso y frutos rojos a una veradera joya: un profiterol con ganache de provolone, baño de chocolate amargo y detalles en polvo de oro.
Por supuesto no hay que olvidarse de los protagonistas indiscutidos. Nos referimos a toda las variedades de productos de la marca más dos ediciones especialísimas. Para celebrar este cumpleaños de excepción nada como sendas versiones históricas de dos de los quesos más reconocidos de Santa Rosa. Se trata de un Regianitto con 12 meses de maduración (doblando la espera del standar) y un Provolone de Edición Especial con 14 meses. Ambos en partidas limitadas a solo 2000 hormas.