Con Palermo pasado de su punto de saturación en todas sus versiones (Alto, Chico, Hollywood o Soho) siempre son bienvenidas las ofertas gastronómicas que se le atreven a otras geografías de nuestra misteriosa Buenos Aires. Precisamente se nos va la vista al sur con Patio Funes (Dean Funes 2045) un nuevo emprendimiento en Parque Patricios con varios diferenciales atendibles.
En una vieja casa chorizo más que centenaria aunaron sus esfuerzos tres socios, Natalio Bonavena (Si, el hijo de Ringo), Marcelo Costa, de larga experiencia gerenciando La Trastienda y Ariel Alvarez, Gerente Comercial de Escorihuela Gascón. Los aportes de cada uno se reflejan en el espacio que gestiona en la diaria el sommelier Daniele Sacerdoti.

Aunque actualmente Bonavena no suele frecuentar el local sin duda fue una atractivo de muchos comensales gustosos de escuchar anécdotas de su padre, a lo que también sumaba un remarcable parecido. Algo de esa memorabilia adorna las paredes del lugar además de contar con el contundente homenaje de ofrecer los legendarios raviolones de Doña Dominga.
La distribución de la casa original es aprovechada repartiendo el frente entre la entrada del restaurante y una vinoteca muy bien curada. A eso le sigue un patio largo con mesas frente a dos espacio privados para diez comenzales cómodos cada uno más un salón principal. A renglón seguido la zona de cocina y cerrando al fondo un bar y salón muy amplio, ideal para eventos privados o catas.
La carta pivota entre platos típicos con una realización superior a lo que dicha tipicidad podría sugerir y se nota la influencia tana de Sacerdoti que garantiza una atención cuasi religiosa a las pastas de las que pudimos probar unos muy buenos sorrentinos de calabaza y mozarella. Su ojo atento a los detalles también se evidencia en uno de sus platos más logrados, el risotto de azafrán con espárragos.

Para los porteños del sur no faltan buenas carnes desde las empanadas fritas de osobuco y provolone o las sutilezas de un ojo de bife a las finas hierbas con verduras. Todo dentro de un eje precio-calidad más que interesante.
Justamente el hecho de que dispongan de su propia vinoteca posibilita que haya buena variedad de vinos sin los recargos matadores de un restaurante y con una participación activa a la hora de proponer distintas alternativas con cada nueva visita. Se pueden disfrutar en la mesa por el mismo precio y probar etiquetas no tan conocidas como, en el caso de quien suscribe, el Blend de Tintas de La Cayetana o un fresco y logrado Semillón de Bodega Ubaldini.



