Los chicos de Bira (acrónimo de Bernasconi e Isgró en la República Argentina) tienen muy en claro sus raíces y qué quieren hacer con ellas. Su ascendente itálico los llevó a producir sus vinos en torno a la Sangiovese pero sin buscar una mímesis de los vinos de sus mayores sino más bien una reinterpretación que refleje terroir. Con distintas gradaciones todas sus etiquetas adhieren a esa cepa tinta. Ahora la novedad es que, con su Bianco D’Uco Malvasía 2022, han abrevado por primera vez en los blancos, sin moverse un ápice de su principio rector.
«La Malvasía viene de un viñedo plantado en 1964 en La Arboleda, Valle de Uco y en Bira la vinificamos como blanco tranquilo de dos maneras– arranca Santiago Bernasconi– Una parte se prensó y ese mosto de prensado directo lo fermentamos en tanque poniéndolo en contacto con una infusión de escobajos. Con ello buscábamos sumar una nota más herbal y fresca sin que llegue a ser puramente vegetal. Por medio de degustaciones elegimos el momento donde nos pareció que habíamos alcanzado el punto buscado y retiramos esa bolsa con los escobajos. La otra parte permaneció en barricas durante cuatro meses con removido de lías y luego en tanque con inyecciones de nitrógeno por medio de una lanza.»
«Veníamos ya con la idea desde cuando arrancamos creando el Rosso D’Uco– se suma Isgró – inmediatamente registramos el Bianco con todas las ganas de tener un blanco que fuera diferente. Y la Malvasía surgió probando una versión de Europa del Este, de Eslovenia para ser más precisos, más otras Malvasías que yo tenía en la cabeza como las del Trentino Alto Valle, por ahí con cortes con Sauvignon Blanc que son realmente escasas pero muy ricas. Así fue como nos decidimos por el perfil para nuestro Bianco. Luego tuvimos toda una historia con la búsqueda de la Malvasía en Valle de Uco, que fue un camino muy largo, hasta que dimos con uno de los que te diría casi únicos viñedos de la cepa, una superficie que araña la hectárea escasa. Santiago ya comentó la forma en que la produjimos y sólo puedo añadir que todo eso tuvo por norte ofrecer frescura a diferencia de otras versiones donde se lo elabora como naranjo o buscando expresiones más oxidativas que nos parecen muy válidas pero que no eran lo que nosotros queríamos: un perfil fresco y vibrante como son los vinos de Bira.»
A la hora de probarlo se nota ese equilibrio entre herbal y floral. Es un blanco con buena acidez, una boca que se beneficia de ese contacto de lías, escobajos y apenas un toque de barrica como para redondear. Presenta un levísima aguja y recuerda mucho a los Soave del Veneto: blancos secos, con estructura y bien frescos.