En una oferta que se sofistica cada vez más no debería sorprendernos que las bodegas comiencen a propugnar terroirs en lugar de cepas. Cada vez más se entiende la idea de que ciertas zonas, con su conformación geomorfológica, su tradición y su clima, son factores definitorios en las características de los vinos que allí se producen. Ojo avisor con este fenómeno incipiente, Philippe Moureau recientemente designado como Director Técnico de Terrazas de los Andes le encomendó al enólogo Gonzalo Carrasco la concreción de una nueva línea. Y así surgió Apelación de Origen, tres etiquetas que se suman a su portfolio de vinos.
Para la ocasión se decidió convocar a la prensa en Warnes el nuevo reducto del chef Rodrigo Sieiro. El espacio se prestaba por varios motivos (más allá de su intrínseca inaccesibilidad): Una gran recepción donde no sólo se arrancó con los tentempiés sino que también sirvió para la novedosa presentación de realidad virtual que permitió pasear sin solución de continuidad por las tres Indicaciones Geográficas. «Cuando pensamos en armar un fan press ya se nos presentó la dificultad de visitar en una sola movida zonas que están tan distantes entre sí– explica Carrasco- así que este sistema de video 360 nos pareció tan útil como innovador. » Y ciertamente lo fue. Los adminículos no sólo permitían «moverse» dentro de los diferentes paisajes sino también leer las fichas técnicas o ver los esquemas que flotaban sobre la imagen. Carrasco explicó que la idea de esta nueva línea era tener una propuesta intermedia entre los Reserva y los Single Vineyard. Para el caso se sumarían dos Malbecs y un Blend a partes iguales con Cabernet Sauvignon, para La Consulta, Los Chacayes y Paraje Altamira respectivamente.
La idea fue ir probando los vinos con los pasos, con la posibilidad de volver sobre los mismos, una modalidad que cada vez se hace más popular y que resulta muy cómoda para catar.
Para el primer paso fue el turno del Apelación de Origen Malbec Las Compuertas 2017 con una codorniz rellena de pistachos y coliflor. Esta es una de las apelaciones más conocidas, con viñedos que se remontan a 1929 con las consabidas ventajas de concentración, baja productividad y casi calidad asegurada de las plantas añosas. De los tres es el de la cota más baja (1067 msnm) y con los suelos más profundos. Eso da una marcada preeminencia de fruta sobre acidez, con taninos amables, sedosos y bien equilibrados. Esa sedosidad y elegancia acompañaron con gracia la firmeza de la carne blanca.
Luego vendría el turno de los agnolottis de rabo con el único Blend, 2016, 50 y 50 entre Malbec y Cabernet Sauvignon del Paraje Altamira. Su ubicación sobre la orilla derecha del Río Tunuyán adscribe a la conformación aluvional de su suelo, con gran presencia de caliche. Esto redunda en una acidez más marcada, con notas de calcáreo y más especia que fruta. Hay pimienta y notas florales. Aquí prima el equilibrio con lo graso de la pasta rellena. Los viñedos promedian los 1080 metros y fueron plantados hace veinte años.
Para el tercer paso llegó el Apelación de Origen Malbec los Chacayes 2017. Este es el ejemplar de una zona recientemente reconocida (hasta hace poco se la consideraba como una parte integral de Vista Flores) con la cota más alta de los tres: 1200 metros. Esto conlleva una marcada amplitud térmica con un suelo que apenas a los 30 centímetros se manifiesta con gran profusión de arena y rocas. También es el viñedo más joven. Fue plantado en 2012 y el carácter de este tinto es decididamente salvaje. Tiene aristas, una especia más punzante y muy buena tensión para afrontar la carne de pato. Aquí la gente de Warnes decidió no privarse de nada ofreciendo dos versiones, una de magret y otra de confit. La correosidad de la carne del ave acompañaba la fuerte personalidad de este tinto pensado, igual que sus hermanos, con un potencial de guarda cómodo de diez años.