Quiero creer que los seguidores de este espacio deben sentir una similar aversión por el término «piletero«. Entiendo que desde el marketing se trate de utilizar para su libre asociación con situaciones de consumo que promuevan la refrescancia antes que nada. Sin embargo esta misma apelación ha servido en forma colateral para que blancos (y ni que hablar de rosados) parezcan inextricablemente ligados a propuestas simplonas. Por suerte los chicos de BIRA (Bernasconi e Isgro en la República Argentina) siguen fieles a su profesión de fe por la tanada con ambos ojos puestos en la calidad y la elegancia.
Claro ejemplo de ello es su más reciente creación: un rosado ultra elegante y bien gastronómico llamado a ocupar un sitial destacado en las mesas argentinas.
Como de costumbre ambos socios no pueden desprenderse de su devoción por la Sangiovese en versión local pero reflejando la formación de Isgro junto una inspiración patente en los chiaretos del Veneto. «Como en chiste dijimos que habíamos tenido diferencias a la hora de encarar nuestro primer rosado– Cuenta Santiago Bernasconi– en realidad son las discusiones típicas a la hora de definir la constitución y el espíritu de un vino. Básicamente lo que decidimos fue enfocarnos en dos variedades, Sangiovese y Syrah. El primero aportándole frescura y acidez y un tanino «seco» en boca y el segundo brindando volumen y fruta. Como en todo rosado la consecución del tono es fundamental (ya en la misma Provence tenés diferentes intensidades de colores y tonalidades) Y nos pareció que las tonalidades que aportan ambas cepas están muy buenas. Buscamos que fueran lo más tenues posibles. Para mi se pueden notar destellos entre rojos y azulados muy sutiles.»
«En cuanto al corte en si mismo ambos varietales fueron cosechados temprano con la concreción especifica de un rosado en mente. Las dos variedades fueron prensadas rápidamente para extraer poco color y luego fueron cofermentadas en tanques de acero inoxidable. Y una cosa que sí destaco es un montón de trabajo en el removido de lías, cuatro meses en las que las mantuvimos en constante suspensión. La idea era conseguir un aporte de volumen, de peso en boca.»
Ciertamente lo primero que se nota es un color tan elegante como peculiar que no se parece a ninguno de sus colegas. Podría decirse que posee una vibración casi metálica como puede verse en algunos blancos ultra límpidos. Y si bien es un rasgo bien diferencial lo más destacable sin embargo surge en la propia estructura del vino. Primero con una nariz con fruta roja tipo ciruela o arándanos más toques florales y también pomelo rojo. Tiene un peso medio en boca que lo hace lo suficientemente armado como para acompañar variopintas opciones de mesa y un tanino presente, ligeramente seco pero sin astringencia. Vale la pena probarlo. Y apurarse porque apenas se hicieron 7500 botellas.