Hace más de una centenia que Bodegas López viene acompañando las mesas de nuestro país. Sin duda que la empresa familiar ha sabido labrarse un lugar no sólo por sus vinos sino también por una tendencia a mantener constantes tanto sus estándares de calidad como su imagen. Y si bien nunca se mostró demasiado permeable a los vientos de la moda en tanto al perfil de sus productos ahora comenzamos a asistir a un proceso de aggiornamiento en el arte de sus etiquetas.
Dentro de este marco vemos aquí a dos protagonistas de la célebre línea Montchenot, el harto reconocido Montchenot Gran Reserva 10 Cosecha 2012 y el Montchenot Chenin Blanc Cosecha 2022. Además de los sentadores ajustes estéticos pudimos hablar sobre ellos con su responsable enológico, Juan Pablo Díaz.
«En este corte es donde más podemos interferir porque es lo más «joven» si vale el término con un vino de 10 años. Hemos hecho un trabajo distinto en la tonelería, especialmente en la forma en que se la cepilla. Por otro lado la enología está avanzando constantemente y toda la tecnología que aplicamos comienza a reflejarse en cambios que muchas veces son mínimos. Pero todos los años te vas topando con novedades que, quieras o no, influyen sobre el producto final. Con el transcurso del tiempo se ven cambios grandes pero quizás de una cosecha a otra los mismos no sean tan patentes. Pero siempre con el norte puesto en mejorar la calidad y estamos muy contentos de ver que, en sus devoluciones, nuestros consumidores lo aprecian.»
Como bien comenta su enólogo los ajustes en esta versión del 10 años puede que sean sutiles. Volvemos a repetir el Cabernet Sauvignon y el Merlot de Cruz de Piedra que si bien comparten terruño no así su longevidad, siendo el primero y más joven de 1993 y el último de 1967. Para completar la ecuación se suma Malbec de Agrelo con cuarteles plantados nada menos que en 1927 y un poco más de cota. Como ya hemos comentado anteriormente este tipo de viñedos antiguos suelen ser muy apreciados por un rendimiento tal vez más acotado pero de gran calidad. Aquí vuelven a campear las notas maduras pero frescas con el típico tanino suave y redondeado que es el gran protagonista de la línea.
«En el caso del Chenin Blanc– continúa el enólogo– vas a sentir el varietal puro. De hecho el Montchenot Blanco siempre fue Chenin sin contacto con roble y es una cepa muy difícil de conseguir como varietal neto. Nosotros siempre lo trabajamos pero ahora con el cambio de etiquetas decidimos destacarlo aunque no sea una novedad pero es una variedad que trabajándola bien, encontrando el punto de madurez y después con el manejo en bodega puede dar cosas super delicadas y aromáticas.» Aquí las uvas proceden de la Finca Los Carolinos en Agrelo de suelos francoarenosos con limo y poca profundidad. Se trata, como bien menciona Díaz, de una rareza muy fresca y bien lograda. Un blanco seco y fragante de azahares con algo de tensión y muy buena acidez que le abre el abanico para acompañar las mesas menos contundentes del verano.