Pertenecer

Como rezaba el reclamo de cierta tarjeta de crédito, ser parte tiene sus beneficios. Esto nos viene a la mente cuando pensamos en la franquicia de Casas del Habano. Además de tener acceso a los mejores tabacos de Cuba, sus miembros gozan también de las creaciones que Habanos S.A. produce exclusivamente para ellas. Hablamos de figuras literalmente fuera de serie: formatos que no se encuentran dentro del portfolio típico de cada marca.

Haciendo uso de esta prerrogativa La Casa del Habano de Argentina convocó a un grupo de aficionados a una noche donde se abundó en la alianza entre su producto más preciado junto a tres opciones de whisky escocés.

Del lado de los humos fue muy celebrado el retorno del magnifico Bolívar Libertador, un sublime (podría ser un calificativo pero es, de hecho, su nombre de galera) de rotundos 54 de cepo y un largo de 164 mm que no le va en saga. Si bien esta edición exclusiva ya lleva más de una década entre nosotros hacía bastante tiempo que no estaba disponible en el mercado local. Incluso hace unos años se había hecho una noche de maridaje del mismo con espumante. Justamente esto da cuenta de la versatilidad de este habano. Mientras que en aquel momento se optó por un maridaje por oposición, con la bebida refrescando y barriendo el paladar aquí vemos un emparejamiento que apuesta a la amalgama.

Para la ocasión, además del aporte de Lucía Alsogaray por la Casa, se sumó el expertise de Hernán Padial de Whisky en Buenos Aires. La idea era ir pasando a través de tres whiskies, uno para cada tercio del tabaco en cuestión. Aparte de la tipicidad del Bolívar, ligeramente asordinada por el grueso calibre y el largo de la pieza (léase una bocanada menos concentrada y caliente) también es un habano que suele tener una buena «velocidad de crucero» durante toda la fumada lo que permite un poco más de espacio para jugar con su acompañante.

Para ello se arrancó con el Glen Moray Sherry Cask Finish. Esta elección fue pensada especialmente por los aportes de la barrica, que antes contuvo Jerez Oloroso y que le aportó mucha amabilidad y notas dulces. Luego llegó el turno de otro clásico que se ha hecho extrañar, el Johnnie Walker 15 Green Label. Este es un whisky muy particular dentro de su escudería puesto que es el único que no utiliza whisky de grano sino que es un vatted malt de cuatro elementos. Aquí hubo algunas discrepancias entre los asistentes que notaron sus ahumados y rispideces como tonos discordantes. Quien suscribe no adhiere, pero entiende por dónde podría venir dicha percepción. Finalmente fue el turno de la estrella de la noche, el grandioso y muy poco visto Edradour 10. Producto de «la destilería mas pequeña de las Highlands» este raro whisky despliega una paleta tan rica como intensa en boca. Notas avainilladas de un finish también en barricas de Oloroso pero con mucha capa de fruta seca y toffee. Un final a toda orquesta en las postrimerías de un habano glorioso.

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