En una suerte de iconoclasia amable, Paccari ha decidido ir en contra de muchos de los preceptos del marketing y de las relaciones comerciales. La reciente visita de Santiago Peralta, con una cosecha de premios tan fresca como sus chocolates, ha sido el marco idóneo para hablar de muchas cosas con el dulce pretexto de su producto.
La industria del chocolate esta imbuida de un encanto natural. Super alimento, productor de endorfinas de nivel orgásmico y golosina que pareciera no conocer detractores son sólo alguna de las características que la ensalzan como un producto soñado. Y bien cierto es que, pese a un indiscutible origen americano, Suiza y Bélgica parecen haberse alzado con la cucarda de hacedores del mejor chocolate del mundo.
«Sin embargo -nos dice Peralta – la ruta del cacao arranca en America, precisamente en este mismo Ecuador donde producimos Paccari. Además de esas falsas verdades de supremacías impuestas a puro marketing, lo primero que nos llamó la atención apenas empezamos a atisbar las realidades del negocio del chocolate fue notar que, de los 100 dólares que podrían obtenerse por una equis cantidad de chocolate premium solo 1 iba para los productores.
Este producto ha sido muy importante en la cultura ecuatoriana y siempre se lo consideró un alimento de gran valor además de ser un elemento en ritos comunitarios. Precisamente ese es un aspecto que nos signó desde el mero inicio: hacer de su producción algo que beneficie a esa comunidad. Existe un sinnúmero de elementos que dan fe de cómo la industria desdeñó desde su inicio la medida humana. Por ejemplo las bolsas de acarreo tenían una capacidad de 66 kilos, algo apenas tolerable para una mula antes que para un ser humano. Ahora el peso de esas bolsas ha bajado a 20 kilos.
Una de las primeras cosas que hicimos fue pasar a tres dólares por medida. Esto fue muy bien recibido por los pequeños productores ademas de servirnos para fidelizar el acceso los mejores granos por un precio más justo.»
Toda esta prédica ha colocado a Paccari al tope de los rankings entre las empresas comprometidas con prácticas como el Fair Trade y diversos compromisos tanto sociales como ambientales. Las huestes de Peralta han empezado a cambiar el paradigma de la industria de explotación del cacao en Ecuador. Por supuesto no hay que dejar de tener en cuenta que sus chocolates son exquisitos y de una calidad superlativa, algo que los ha hecho descollar en los concursos de la especialidad y les han dado lugares de excepción entre las atenciones de hoteles de altísimo nivel o en la primera de aerolíneas de clase mundial.
Paccari posee una gran variedad de sabores, generalmente basados en productos muy específicos como la Sal de Cuzco o la Guayusa, una hierba amazónica muy similar en sabor a la yerba mate la cual, en esta última cata, también fue de la partida en un chocolate al 60% con aporte de un productor de Argentina.
Dispuesto a seguir rompiendo reglas hasta el final, Peralta decidió ir contra el sacrosanto principio de jamás alterar el nombre de una marca que funciona. Y sin embargo más de uno habrá notado que Paccari ahora cuenta con un «c» extra. «Este es un reconocimiento a aquellos que nos han permitido llegar hasta aquí. Todo esto no hubiese sido posible sin la intervención de un CONSUMIDOR RESPONSABLE, y de allí surge la «c«que le añadimos al Pacari original.»