Así como Rosell Boher ha sabido labrarse un lugar de excelencia en el rubro de los espumantes nacionales otro tanto ha sucedido con su división de vinos tranquilos. Atentos ante todo a sus propias necesidades sus etiquetas son fruto de una evolución que ahora los encuentra concretando su primer rosado. El Casa Boher Rosé 2020 hace su aparición sin intenciones de sumarse a la movida primavera-verano con un peso propio ganado a través de una construcción atenta que no sabe de seguir tendencias.
«Como cada uno de nuestros otros vinos tranquilos, los vinos de Casa Boher han ido surgiendo de una búsqueda reposada-comenta Alejandro, Pepe, Martínez Rosell quien, junto al también enólogo Nicolás Calderón, guiaron la cata de presentación de esta nueva etiqueta- Vemos cómo ha surgido toda una movida de rosados que, si bien han ido evolucionando desde una ecuación refrescante-para señoritas aún conserva un marcado sesgo de tributo a la Provenza. Eso está muy bien, pero para nosotros no nos parece interesante emular algo que, si el consumidor lo desea, puede encontrarlo directamente allí. Más allá de esta tendencia podemos decir que en realidad no existe una tradición autóctona de rosados, no hay un estilo nacional ni un perfil al que ceñirse. Y eso está bueno porque nos da la posibilidad de encarar nuestro rosado como a nosotros nos parezca, ofreciendo, como siempre, el mejor producto que podamos lograr. Con esto en mente teníamos sí varias cosas que se iban clarificando: no queríamos estar anclados por una desesperación por el color ni que el resultante fuera algo etéreo «para calentar el pico». Buscábamos ante todo un vino que pudiese estar orgullosamente a la par de sus hermanos de línea.»
«Con estas guías encaramos una serie de experiencias– cotinúa Nicolás Calderón– nos pusimos a microvinificar, comenzando en 2016, para ir probando distintas alternativas. Como queríamos conseguir un perfil elegante pero complejo, que tuviera suficiente estructura como para soportar una buena variedad de platos nos surgió la idea de intentar con un Blend.» Entonces este nuevo integrante de Casa Boher es un assemblage virtualmente a partes iguales de Malbec de Agrelo más Merlot y Pinot Noir de Los Árboles. La incorporación del Pinot Noir es la primera vez de la bodega con esta cepa en un vino tranquilo. Decíamos que lo más importante para sus creadores era que este nuevo integrante estuviera a la altura de sus hermanos y por ello el Rosé cuesta lo mismo que cualquiera de ellos. Pero se ha permitido una botella traslúcida con la novedad de una tapa a rosca. Por supuesto la etiqueta remeda la inspiración art noveau típica de la línea. Hablábamos de que nadie quería enloquecerse con el tono y aquí la piel de cebolla o el suave salmón provenzal brillan por su ausencia cediéndole el protagonismo a un color cereza vibrante.
«Tanto el Merlot como el Pinot Noir fueron trabajados como blancos y con una cosecha adelantada a mediados de febrero puesto que la temporada de vendimia fue bastante cálida– agrega Calderón–se vendimió de noche y se hizo un primer escurrido de prensa que luego fue preservado para mantener el aporte de fruta y la acidez. En cambio el Malbec en Agrelo se cosechó en marzo junto el resto de la producción que iría directamente para esa etiqueta. Se hizo una sangría y luego el desborre. Finalmente el 13 de marzo se cofermentaron los tres juntos.» «Algunos habrán notado la redondez de taninos– toma la posta Pepe Rosell– una punta «dulce». Esto se debe a una maloláctica completa del Blend.» Este Rosé no tiene en absoluto toques de madera ni azúcares, con un alcohol presente pero bien integrado, lo que suma todavía más a su vocación gastronómica. Es un vino amable y redondo, con muchísima personalidad que claramente es de la familia pero no busca parecerse a nadie.