Lejos de aquel volumen que los hizo famosos, los valles sanjuaninos llevan ya buen rato brindando vinos de gran calidad. Ojo avisor con este potencial la gente de Pyros cuenta ya once cosechas desarrollando las posibilidades de sus viñedos en Pedernal. Campeando los 1300 metros y con espacios plenos de dramáticos desniveles, a su actual enológa no la sorprenden las oportunidades que puede brindar esta IG.
Y aunque los blancos no le son ajenos a vecindades como Zonda, Paula González y su gente recién estrenan su primer Chardonnay en altura. El Pyros Appellation Chardonnay 2020 acaba de hacer su aparición en público inaugurando un apartado que, en todas sus etiquetas anteriores, había mostrado devoción absoluta por los tintos.
«Este Chardonnay 2020 es el primer blanco que se suma al portfolio Pyros– arranca González– y la verdad que, conociendo el Valle de Pedernal, ya hacía rato que quería sumar un Chardonnay porque realmente considero que esta variedad tiene un potencial enorme en la zona si pensamos en las condiciones climáticas ademas del suelo. Al ser un clima continental frío el Chardonnay se expresa de una manera super fresca, la acidez que tiene es una acidez natural debido a esta amplitud térmica que tenemos. Aquí seguimos con la misma prédica con que encaramos el resto de las elaboraciones de la bodega, lo menos intervencionista posible, dejando que la variedad se manifieste. Por eso es que, cuando lo fermentamos, una parte se hace en pequeños tanques de acero inoxidable y el resto en barricas, pero de segundo, tercer y hasta cuarto uso donde la impresión de la madera en el conjunto es mínima, siguiendo esta filosofía de la que te hablaba, dejando que el varietal se muestre en su forma más auténtica. Aquí hallamos un perfil filoso, distinto, pero que a su vez tiene algo de redondez debido al trabajo de lías que hacemos con todas esas levaduras muertas pero sin que aparezcan las notas típicas de una fermentación maloláctica. De hecho sólo un 20% del vino completa ese proceso.»
La idea de reflejar terroir, inextricablemente unida al ADN de la bodega, también está presente en este primer blanco de Pyros. El Valle de Pedernal se destaca por un origen de base glaciar que ofrece un suelo pleno de láminas y esquistos donde el calcáreo abunda, pero molido y estratificado. En Pedernal no se sabe lo que es una piedra bola. Además su ubicación lo hace paso obligado de vientos que, propiciando un microclima que ayuda a mantener una sanidad natural que no pasa desapercibida, ha hecho que la bodega esté dando los pasos para obtener la primera certificación orgánica de la zona.
En cuanto al vino en sí mismo se trata de un blanco de un amarillo brillante, con toques metálicos y de gran limpieza. Hay una apuesta clara a la expresión de perfil cítrico y una marcada acidez. No obstante este Chardonnay se beneficia de los toques equilibrantes de esa pequeña redondez de madera y una punta de maloláctica. Como decía su autora se busca que prime la frescura. Hay azahar y algo de jazmín de leche en la primera nariz y manzanas bien ácidas. Aquí sí podemos sumar peras y manzanas.
Conociendo el portfolio y la reciente incorporación del soberbio Limestone Hill Malbec era casi una obligación preguntar a la responsable por si habría planeado incursionar en un blanco ultra premium. «Sí, estamos pensando en hacer un Chardonnay de alta gama. De hecho en noviembre de 2019 ya plantamos una parcela en la zona de Limestone Hill en la ladera de la sierra. Y junto con el Chardonnay también pusimos algo de Cabernet Franc. Así que, con suerte, en un par de años vamos a tener Limestone Hill con ambas variedades.«