En estas páginas ya habíamos hablado en su momento de Finca Buena Vista y del largo camino que la familia Porolli lleva recorrido desde que la primera generación desembarcara en Cuyo a finales del Siglo XIX. A partir de allí cuatro generaciones se han ido afianzando en el metier de producir uvas de calidad para el mercado general y, ya que disponían de ese acceso inmejorable a la materia prima, dedicarse a la creación de sus propios vinos.
Todo esto viene a cuento del restyling de la imagen de sus vinos tranquilos, tres tintos que se aprestan a debutar con sus remozadas etiquetas. A tal fin la gente de la bodega junto a los chicos de Selectos de Baco armaron una presentación virtual que brindó la posibilidad de charlar en comodidad sobre los recién llegados. «Por más que no le sea de lo más simpático a mi Madre– arranca Alberto Porolli, su Gerente Comercial– el concepto de «El Retiro» hace alusión al cambio de guardia de su generación (la tercera de nuestra familia) a nosotros, sus hijos. » Sin embargo aunque éste haya sido el puntapié inicial para elegir el nombre y la estética del primer vino, su progenitora no parece ni cerca de abandonar la actividad, como pudo notarse durante la presentación, donde tuvo un papel preponderante. «Estamos muy orgullosos de nuestros vinos– afirma María Patricia, a la sazón la razón del bautismo de una de las principales viñas de la familia- el haber estado tanto tiempo abocados a la producción de uvas en la región nos ha permitido poder expandirnos y así nuestras fincas abarcan distintas áreas, corriéndose incluso hasta la vecina San Juan. La idea de nuestros vinos es representar terruño, haciendo foco en zonas muy interesantes del este mendocino que quizás, andando la historia, han quedado un poco relegadas. O viñedos como los de La Germania en Angaco, San Juan, encajonados en un increíble valle a la sombra del Cerro Pie de Palo.»
Yendo de menor a mayor arrancamos con la propuesta más juvenil de las tres Finca El Retiro Malbec Merlot donde campea la simpática efigie de un Fiat 600 convertido en frapera móvil. Aquí estamos ante un corte 50/50 entre el Mabec de La Reducción (novilísima IG) proveniente de la Finca Don Alberto más el Merlot de Doña Patricia en Junín, Valle de Medrano. Se trata de un vino joven donde el Merlot aporta cierto toque diferencial y algo de novedad al corte con notas más especiadas. Quizás la carga alcohólica, desde su manejo, esté algo marcada puesto que en la contraetiqueta no acusa más de 13.5º. Adhiriendo al precepto juvenil de marcar la fruta no posee paso por madera.
En segundo lugar llegó el Finca El Retiro Reserva Malbec. Aquí sigue patente la intención de contar el Este sumando un 50/55% de fruta de la viña Don Alberto. El resto proviene de San Francisco. Aunque en este caso sí hay crianza en barricas francesas de segundo uso es sólo un aporte de seis meses. Sigue primando el tema herbal y las llamadas de hoja de tomate junto a una acidez incipiente.
Finalmente fue el turno del Omertá Cabernet Malbec. Sin dudas la apuesta más ambiciosa se nutre de cuatro fincas propias incluyendo por primera vez a la reputada «La Germania». «Realmente es un valle increíble– retoma la matriarca- su disposición al pie del Cerro Pie de Palo le aporta protección, un virtual microclima, más la abundancia de un agua de enorme calidad, fruto del deshielo.» De allí proviene un 25% de su Malbec. De hecho nos cuentan que la logística para atender este aporte (está a 230 km de la bodega) debe ser afiatada. Además de sustentarse en la ventaja de contar con transporte propio. Este manejo tan cuidadoso deja en evidencia que también aquí la apuesta sigue siendo respetar la fruta. Incluso en la utilización de una barrica de segundo uso sólo para el Cabernet y apenas por seis meses.