Atrás quedaron las épocas en que la tierra daba lo que daba y luego todo se enderezaba a gusto y piacere del enólogo entre la bodega y la barrica. El nuevo paradigma ha ido desplazándose, sin prisa pero sin pausa, de la planta hasta el suelo mismo y cada winemaker trata de intervenir lo mínimo indispensable para reflejarlo con la mayor fidelidad posible. Con herramientas que se afinan cada vez más, acceder a la tecnología que permite conocer los suelos más íntimamente se ha vuelto algo cotidiano. Dentro de esta tendencia la gente de El Porvenir de Cafayate arranca con una propuesta totalmente inusual para ampliar la riquísima paleta de los vinos que puede brindar el NOA.
En los 20 años que acaban de cumplirse desde su reformulación como bodega, este Laborum Nuevos Suelos Malbec 2019 Finca Alto Río Seco continúa refrendando la apuesta de El Porvenir y sus responsables por seguir adentrándose en el universo de posibilidades que puede brindar este hermoso rincón de los Valles Calchaquíes. «¿Por qué estamos hablando de Nuevos Suelos? Porque los típicos suelos productivos de Cafayate estaban basados en la presencia arenosa. Algunos con roca, otros sin roca y en este caso estamos hablando de un suelo con casi nada de arena– comenta Francisco «Paco» Puga, enólogo responsable de El Porvenir- Se tratan de dos parcelitas, la tres y la cinco. La Finca Alto Río Seco está dividida en cinco partes. Esta última es casi cien por ciento piedra con sedimentación calcárea mientras que la tres no tiene tanto de esos elementos y por eso se busca hacer un pequeño blend entre ambas. A través de ellas tratamos de mostrar los nuevos perfiles, de vinos más modernos de Argentina. Una expresión trabajada con levaduras indígenas y sin paso por madera para hacer foco en la fruta y la identidad pura del Valle Calchaquí sin incidencias de nada.»
Este proyecto, que Puga no quiere que se confunda con el Single Vineyard bajo el nombre de Alto Río Seco o con los nuevos Parcela, tiene una etiqueta chocolate oscuro que la despega de sus hermanos. Lo que se ha encontrado en este microterroir es fruto de una combinación (especialmente en la parcela cinco) de roca madre coluvial más aportes aluviales y el lavaje de las piedras debido a haber formado parte del lecho del río que baja de otro de sus lotes estrella: Alto Los Cuises. Se nota lo disruptivo de este Malbec que busca hablar del tan actual como evanescente calcáreo en lo que sería una de sus primeras versiones en las alturas de Cafayate. La idea es demostrar las posibilidades que puede brindar el NOA dentro de los esquemas más modernos de vinos con más flor que fruta y con una estructura que se sostenga más por tensión que por concentración.
Y cuando pasamos a la cata nos sorprende una primera nariz con la carnosidad de rosas (casi se puede sentir la textura de los pétalos) más flores secas. Recién después empiezan a despuntar notas de frutas negras frescas, arándanos o ciruela remolacha. Hay mucha sensación táctil. En esta cosecha se ha utilizado partes de racimo entero para que aporten las típicas notas herbales del Malbec y que podría traer recuerdos de las jarillas que abundan en el área. Se trata de un tinto elegante y moderno con un presente logrado y con la promesa de una evolución que habrá de justificar la espera.