Coco Chanel, que tenía salidas geniales tanto para el mundo de la moda como para el mundo a secas, decía que toda mujer debería tener un simple e inhundible vestidito negro. Parafraseándola, podríamos afirmar que a todos nos viene bien un vino posible que nos aguante la parada. Este pequeño introito parece oportuno ahora que nos toca comentar una mini vertical de Camporotondo.
Nos referimos al Blend de la línea inicial de Ricominciare Family Wines de la encantadora Viviana Catena, responsable de seguir la saga familiar que había retomado su padre en 2006 con esta vuelta al ruedo en versión boutique con los vinos que producen en su Finca San Vicente en La Consulta. Básicamente la bodega posee dos grandes líneas cuyo diferencial es la ausencia o la inclusión de madera. Como ya hemos referido alguna vez desde estas páginas (y volviendo a la imagen del vestidito del título) siempre nos ha sorprendido para bien la sensación de elegancia y complejidad de todo su portfolio, con un gran despliegue de capas aún en sus versiones sin paso por barrica y ni qué decir de las que si las usan.
Aquí tuvimos la posibilidad de armar una escalera de color, con cuatro añadas consecutivas del mismo palo y ver cómo han ido evolucionando.

Recordamos que el nombre de Camporotondo surge del pueblo homónimo del que son originarios los Catena al que siempre hacía referencia el abuelo de Viviana y de donde también surge la prosapia viticultora de la familia. En cuanto a lo constitutivo suele oscilar entre dos porciones mandatarias de Cabernet Sauvignon y Merlot que se completan con aportes de Malbec y Cabernet Franc donde los primeros se cofermentan y los últimos son agregados a posteriori.
Probando las añadas de 2021, 2022, 2023 y 2024 lo primero que salta a la vista es que, si hubiese sido una cata a ciegas, difícilmente habríamos acertado que fueran del mismo vino. Aquí prevalece la expresión del corte con el material que fue brindando cada vendimia sobre un armazón que, por supuesto, les es común.
Así la 2021 destaca con pequeños toques sucrosos y es sin duda el de perfil más «gordito» del cuarteto. Por su parte la 2022 (que tuvimos ocasión de probar con Viviana también apenas salió) viene evolucionando bien pese a las dificultades que les había producido la poca disponibilidad de mano de obra. En la 2023, diezmada por una helada que afectó el 30% de la viña, además de contar con mucha lluvia dió un vino con alcohol más presente (en percepción, no es que se haya cambiado su graduación) y mucha fruta roja tipo guinda con toques de confitura. Y finalmente llegó el 2024. Aquí se presentaban más notas de pimienta negra y un perfil con mayor astringencia posiblemente merced a la mayor cercanía en el tiempo de este vino de corte tan interesante como accesible.