Los diferentes

En cualquiera de sus dos acepciones más recurrentes, ser un distinto siempre suma. Desde aquel desconocido que nos invita a descubrirlo hasta el que le aporta algo inesperado a su propio equipo. Así parecen haberse hecho un espacio destacado los Mero de la gente de Bira.

Ya desde el vamos Santiago Bernasconi y Federico Isgró decidieron apostar por una vindicación de sus raíces italianas pero bien conscientes de estar produciendo sus vinos en la República Argentina. Eso hizo que le dieran un gran protagonismo a la Sangiovese pero sin renegar de las posibilidades que podrían darle otras cepas y siempre con una sana y curiosa pesquisa en torno a los viñedos con los que iban medrando. Precisamente con el primero charlamos sobre estos vinos de búsqueda.

«Mero Primo nace cuando arrancamos a trabajar el primer año con un Syrah viejo de 1978 en La Consulta que nos hacía recordar en tipicidad a una versión de CrozesHermitage de un productor muy particular que hace Syrahs frescos allí y en ese momento empezamos a ver la posibilidad de hacer un cien por cien. Pero tuvimos que trabajar esa viña con la idea de poder cosechar un poco antes para conseguir la madurez pero con menos graduación alcohólica. Así fue que unos años más tarde sacamos el primer Mero Primo donde buscábamos una expresión fresca, floral, sanguínea lejos de los perfiles cárnicos y pesados que muchas veces son la referencia de la cepa. Son entre 600 y 700 botellas por año

Ciertamente este tinto sorprende y se desmarca de las notas especiadas de muchos de sus primos del secano, tanto de Australia como de nuestro San Juan. Es un vino elegante y más ligero con predominancia de fruta roja crocante tipo cereza negra y bastante flor. Estructuralmente lo veo bien de líbero a la hora de jugar gastronómicamente.

«El Mero Bianco conviene contarlo desde su primera versión y de cómo difiere de la que ahora está en el mercado. La primera fue la del 2022, nosotros vinificamos la Malvasía para el Bianco D’Uco con dos componentes: un mosto de primera prensada que fermenta en tanques de acero inoxidable y después una partecita que arranca la fermentación con pieles. A este último antes de finalizarla le quitamos las pieles y lo trasegamos para que termine de fermentar en barricas. Lo que hicimos en 2022 fue dejar una barrica en merma para probar si se formaba el velo de flor y ver que sucedía. Finalmente se terminó formando y lo dejamos así por un año. Cuando decidimos detener el proceso, trasegamos y limpiamos. Pero resultó que nos quedó un volumen grande para una barrica chica y chico para una barrica grande. Así que la solución salomónica que encontramos fue completar el volumen con la Malvasía de última añada, fermentada con pieles pero sin velo, y guardarlo un año más

A cuenta de quien suscribe, ese primer Mero Bianco parecía citar al titular del Bar de Moe cuando decía aquello de «hay una fiesta en mi boca y todo el mundo está invitado«. Realmente fue una sorpresa y, de nuevo, algo totalmente diferente incluso de la Malvasía de la propia bodega. Un blanco pleno de exuberancia, filoso pero con carnadura. Definitivamente no para cualquiera.

«Aunque el vino nos gustó mucho– Continúa Bernasconinos pareció que podíamos tratar de conseguir una versión más elegante. Por ello volvimos a preparar la mitad con velo pero ahora rellenamos la barrica con la Malvasía que fermentaba sin pieles en los tanques de acero inoxidable y que era algo más austera en nariz

La nueva versión resultó más equilibrada, apostando a la elegancia. Y ganando. Aquí volvemos a encontrar notas minerales y buen balance entre flor y fruta. Tiene una buena tensión y frescura sin buscar untuosidad pese a su casi dos años de crianza.

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